Negocios en Extinción

jueves, 15 de enero de 2009
Como los osos panda o los tigres de Bengala, en la Argentina hay negocios que corren serios peligros de extinción. Por razones muy diferentes -que van desde los cambios en los hábitos de consumo hasta el avance de la piratería o la popularización de la banda ancha-, son cada vez más los rubros que enfrentan una crisis muy profunda, a tal punto de ver amenazada su supervivencia en el tiempo. La lista incluye desde disquerías y locutorios hasta estaciones de servicio, pasando por videoclubes y rotiserías.

De todos los rubros minoristas en peligro de extinción, sin duda el panorama más complicado lo enfrentan las disquerías. De acuerdo con estimaciones del sector, hoy en el país sobreviven un poco más de 1000 locales de venta exclusiva de discos, frente a los más de 3000 que existían en la década del 80.

En Buenos Aires ya desaparecieron las disquerías de barrio, pero también cadenas importantes, como es el caso de Dromo, que cerró sus puertas en los primeros días del año.

Sin embargo, la situación es sensiblemente peor en el interior del país, con provincias como Santiago del Estero, donde apenas sobrevive un local de venta de discos, o en Misiones, donde quedan tres.
Doble amenaza

"Las disquerías enfrentan una doble amenaza. En Buenos Aires, el mayor problema pasa por el tráfico ilegal de música online , gracias a la difusión del servicio de banda ancha, mientras que en el interior la extinción de las disquerías se explica en forma casi exclusiva por la piratería", explica Javier Delupí, director ejecutivo de la Unidad Antipiratería de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif).

La última víctima del avance de la piratería y la venta online de música fue nada menos que la Cámara de Comercios de Productos Fonográficos, que reunía a las disquerías de todo el país y hace unos meses cerró sus puertas.

La piratería también hizo desaparecer a más de dos tercios de los 8000 videoclubes que llegaron a funcionar en la Argentina en la década del 90.

En este mercado, la cadena Blockbuster parece haber logrado sobrellevar lo peor de la crisis, a diferencia de otras plazas, como España o Perú, donde la cadena internacional se vio obligada a cerrar sus filiales, aunque en el camino la firma también decidió reconvertir algunas de sus sucursales porteñas mudándose a locales más chicos.

En algunos rubros, los peligros para los comercios minoristas provienen de los cambios de hábito de los consumidores.

El mejor ejemplo en este sentido es el de los locutorios, que debido a que la penetración de la telefonía celular ya ronda el 80 por ciento se produjo una baja importante en el número de potenciales clientes.

"Lo que está sucediendo en este negocio es una reconversión comercial. Las nuevas tecnologías de comunicación y el arribo de la banda ancha al país fueron las impulsoras de nuevas oportunidades de negocios y de la transformación de muchos locutorios en cibercafés, que incorporan otros servicios, como la comercialización de tarjetas de telefonía y horas de navegación por Internet", explicó Alberto Frías Silva, director de Segmento Masivo de Telefónica, que en el último año registró una baja de 300 locutorios, que pasaron de 4500 a 4200 locales.

Algo parecido sucedió con las rotiserías, que sólo sobreviven en los barrios de alto poder adquisitivo, mientras que en el resto de la ciudad fueron cerrando, al no poder enfrentar la competencia de la comida preparada que venden las grandes cadenas de supermercados, como Coto o Carrefour.
Aumento de costos

"Al aumentar los costos operativos, como el alquiler y el personal, la situación se torna muy difícil, especialmente para aquellos locales que tienen un ticket promedio muy bajo, lo que explica la gran cantidad de cierres que registraron en el último tiempo rubros como los locales de medialunas o de venta de accesorios de moda", explica Marcelo Schijman, director de la consultora Schijman & Asociados, que se especializa en el desarrollo de comercios minoristas.

En otros casos, la amenaza proviene de la propia expansión de la economía, como sucede con las estaciones de servicio, que frente a la fuerte suba en los precios en dólares de los terrenos perdieron gran parte de su atractivo comercial.

"En los últimos cinco o seis años cerraron sus puertas cerca de 2500 estaciones de servicio en todo el país, y sólo en lo que va del año en la Capital ya se perdieron 70 u 80 puntos de venta, porque la rentabilidad que ofrece este negocio es muy baja y la tentación de vender el terreno para que se construya una torre se vuelve muy difícil de resistir", reconoce la presidenta de la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina (Fecra), Rosario Sica.

La dirigente empresarial destaca que el impacto fue mayor para las llamadas estaciones blancas, que, según Sica, son discriminadas en términos comerciales por las grandes compañías petroleras.

Por Alfredo Sainz
De la Redacción de LA NACION

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